El invierno está aquí. Tras la debacle de Sevilla, pasados quince días, nos esperaba el hundimiento ante el Leganés. Buena entrada, increíble césped y pésimo partido como siempre.
Estamos en otoño, aunque las temperaturas primaverales nos hagan pensar lo contrario, pero deportivamente estamos en el más cruel invierno que hemos vivido en la última década. Y con sólo un punto para taparnos las vergüenzas.
No tengo ni idea de cómo sería un decálogo para seguir en primera, pero si existiera un manual para descender a segunda el Málaga lo está escribiendo a nivel de bestseller: fichajes desastrosos, ruido de redes sociales, indisciplina de jugadores, decisiones arbitrales dudosas…
Cada partido del Málaga es un thriller y mucho me temo que no va a tener final feliz. No creo que nadie que haya sumado un punto de veinticuatro se habrá salvado del descenso, pero nos queda La Rosaleda… Ya sólo nos queda nuestro estadio y tenemos que ser conscientes de ello.
Aparte de los silbidos a algunos de nuestros jugadores en momentos puntuales del partido o en las sustituciones, lo peor ha sido la indiferencia casi total en los últimos minutos del partido. Ese silencio, ese desánimo es el peor síntoma que puede invadir La Rosaleda.
Que nadie se equivoque, el equipo es nuestro. En primera, en segunda o donde sea el Málaga será siempre de los malaguistas. Tenemos que superar este terrible invierno todos juntos. Olvidemos jugadores, fichajes o la propiedad del club. En los últimos años hubo muchos finales de temporadas donde no nos jugábamos nada. Este año nos los jugamos todo desde el principio y no debemos vender barata nuestra piel, quien pase por nuestro estadio que sepa quiénes somos.
Dentro de algunas jornadas quizás no seamos tanto, quizás poco más de diez mil, quizás no llenaremos el estadio pero que nadie nos pueda decir que el Málaga descendió sin nuestras bufandas, sin nuestro aliento…
@sergio_rubio Ilustración: David Mena